Empiezo por decir que no creo mucho en lo sobrenatural. Es decir, creo que en cierta forma, hay una vida después de la muerte, pero me resisto a creer en esos seres espeluznantesque se esconden debajo de las camas y que pueden darnos un susto imprevisto en la oscuridad de la noche. Sin embargo, hoy vengo a decirles, señoras y señores, que lo que sí existen son los fantasmas. Que, a pesar de no ser concretos ni palpables, rondan en las sombras de un oscuro agujero de nuestra mente, donde están para atormentarnos de vez en mes, y porque no, de hacernos pegar un grito tan estridente, que pueda oírse de acá hasta la China.
No me refiero con fantasmas a aquellas almas perdidas de un Purgatorio abolido ya hace muchos años por el Concilio Vaticano. Me refiero, más que todo, a los espectros de personas que han pasado por nuestra vida, y que, por un recuerdo doloroso, o, en resumen, bastante negativo, han dejado una marca traumática imborrable en nosotros, y que de cuándo en cuándo, aparecen, a ocasión de momentos, lugares, etc, etc, que los invocan, sacándolos de los abismos de nuestro subconsciente.
Me atrevo a entrar en este tema, pues hay varios de estos seres de pesadilla que han salido para atormentarme en esta semana, en forma de ex-amores y no-tan-amores de un pasado no tan lejano. Dos de ellos, de una data de casi tres años, y uno, de hace solamente tres meses. Es necesario acá referir una pequeña historia acerca de cada uno, y de cómo fue que éstos últimos días, volvieron para romper con mi calma y mi felicidad. Vale decir, que por la extensión del post, este tema lo haré en dos entregas, para no cansarlos con tanta verborrea.
Empezaré, pues, con un individuo al que simplemente llamaré "R". ¡Ay, el queridísimo "R"! Él fue una de las primeras razones por las cuáles empecé a no querer saber nada de ningún hombre. Él es la razón más probable por la cuál, hasta hoy, no consigo relacionarme a un nivel de mayor profundidad con ningún sujeto. Y es que, debo decir, que me partió el corazón mil veces, antes siquiera de haber comenzado nada.
En ese tiempo yo era bastante más ingenua que ahora. Era una estudiante de colegio de monjas que no sabía como tratar a un chico. Él apareció en mi vida, en la mitad de esa edad en la que uno se siente un híbrido extraño entre un patito feo, y un cisne en formación. Era un muchacho de otro cole, algo apuesto (aunque un poco bajo de estatura) y muy popular entre las chicas. Estuve enamorada de él dos años, sin hablarle cara a cara, por culpa de mi timidez. Ya que tenía amigas que eran también sus amigas, conseguí su MSN, y por ahí comenzamos a charlar. A pesar de que solíamos conversar seguido (a través de esa maravillosa cosa que es el chat) nunca llegamos a cruzar palabra, en vivo y en directo, hasta que, por circunstancias del destino, al entrar a 5to de secundaria, con el pandemonium de los ingresos a la "u", el cayó, como un ángel del cielo, en mi clase de preuniversitario, y ahí es donde realmente nos "conocimos" y donde empieza el drama.
Yo me empecé a enamorar de él, y él empezó a gustar de mí. A pesar de eso, muy pronto, y sin darme cuenta
¡PAM! ¡STRIKE ONE! Pues, en una de esas salidas discotequeras que mis padres me tenían prohibidas por ser yo muy chibola, él se besó con una de mis más antiguas amigas (pero no por eso mejor), a la cuál le solíamos decir "la Rubia". Estuve muy dolida durante 5 días, hasta que el sábado de esa semana, "R" me dijo por fin que yo le gustaba, cosa que no veía venir, dados los acontecimientos recientes. Felicidad total y completa.
Así, me invitó a salir un día. Ambos estábamos en vacaciones de mitad de año, pero yo tenía que marcharme rumbo a territorios chilenos con mi promoción, de modo que salimos un lunes antes que yo viajara. Recuerdo que era una tarde muy fría, que hablamos de todo, dando vueltas por ahí, pero no pasó más nada. Me fui con la espina clavada y eso hizo que no disfrutara el viaje de promo como hubiera querido, ya que sólo pensaba en volver para poder verlo.
En fin, de vuelta a casa, no tuve señales de él, hasta que, en una de esas pocas juergas a las que fui durante esa época, me lo encontré. A pesar de que pasamos toda la noche juntos, me sentía un poco desconectada, y no tenía idea de que hacer con él, ya que, como mencioné, tengo un grave problema de timidez. Supongo que eso lo llegó a hartar. Al día siguiente, una amiga muy íntima de él, y que venía ayudándome con los acercamientos progresivos a su persona, me dijo que el objeto de mi afecto le había comentado que ya no quería nada conmigo porque no sentía que hubiera química, y que mejor fuéramos solo amigos.
Lloré desconsoladamente, como Carlitos en Los Rugrats. Toda esa tarde estuve metida en mi cama, pretendiendo que me dolía la cabeza para evitar darle explicaciones a mi madre. Una semana pasó, y a pesar de que tenía la esperanza de que cambiara la opinión, todo eso terminó cuando me enteré que, en un concierto, "R" se le había declarado a una chiquivieja de 3ero de secundaria de mi cole, que había sido según él su "mejor amiga", y que andaba detrás suyo como perro faldero desde ya un buen tiempo.
Contrariada por su repentino cambio de sentimientos, traté de sacarlo de mi vida. Aquí es donde entra el segundo fantasma, uno bastante terrorífico. Un ser bastante insoportable a veces, que ese año, vivió para acosarme constantemente y hacerme la vida un poco más miserable aún. Llamémoslo Luciano, que no es el nombre real, ya que no quiero herir ninguna suceptibilidad.
Este chico, bastante antipático, resultaba ser amigo de "R", y también estaba en mi pre-u. Había intercambiado algunas palabras con él, y hasta un punto, me parecía un pata normal y buena gente. Un día, vi que él y la Rubia se enviaban sendas notitas durante las clases de la academia. Al principio pensé que estaban gileando. Pero luego, ella me mostró que en aquellos papelitos adefesieros, él preguntaba sobre mí y le decía que yo le gustaba, y le pedía consejos que lo ayuden a conquistarme, así como cierta información sobre mi persona. Así empezó un acoso las 24 hrs del día, casi todos los días de la semana, ya que mi queridísima compinche se había encargado de darle mi número de teléfono y mi dirección completa. Eso resultaba negativo, hasta el punto que yo estaba en "planes" con su amiguito "R", y que su constante insistencia de verme y buscarme, me parecía inapropiada e insoportable. Pero al final, sufrida la decepción con este último, y con la excusa de sustraérlo de mi corazón y de mi cabeza, consideré como posibilidad darle un poquito de alas a Luciano, pensando más que todo en vengarme de "R" y en distraerme un poco...matando dos pájaros de un tiro.
Sin embargo, la situación con "R" aún no había terminado. A pesar de que estaba emparejado con esa chiquilla, siempre que podía se mostraba coqueto conmigo, mandaba indirectas, y solía decirme, como quién no quiere la cosa, de que había cometido un gran error ya que había confundido amistad con amor, y que realmente no quería a su chica, pero que no sabía como terminarla, ya que no deseaba dejarla de tener como alguien en quien podía contar. Así pasaron 3 meses de incertudumbre, de darle alas a Luciano, y a frenarlo en seco cuando me convenía, hasta que por fin "R" se decidió y le puso fin a su relación. Yo traté de cortar los semi-gileos con Luciano. Pocos días después, en una salida de bailongo en grupo, terminamos juntos ("R" y yo) y estuvimos a punto de besarnos, lo cual, como ya deben haber adivinado, no sucedió.
En un santiamén, se vino el fin de año y el estrés de la fiesta de prom. Yo esperaba ansiosa, que él fuera mi pareja, y esperaba a ser la de él. A pesar de lo muy ilusionada que estaba, ambos terminamos yendo a nuestras respectivas fiestas con otras personas. Yo no la pasé tan mal. Él fue con su ex, y la pasó pésimo, según me dijo después.
Así llegaron los últimos días del 2005. Pasamos no se por qué circunstancias, el año nuevo juntos, sentados bajo la lluvia, su cabeza sobre mi hombro. Pensé, tontamente, que retomaríamos aquello inconcluso en adelante, y que el nuevo año era un presagio de que finalmente hubiera algo real entre nosotros. Pero llegaron las vacaciones, perdimos contacto, el viajó, yo viajé, luego ambos empezamos clases en distintas universidades, y así, dejamos de vernos poco a poco. Yo seguiría, aun después de todo aquello, muy enamorada de él por lo menos por medio año más, hasta que definitivamente, después de confesarle mis sentimientos por e-mail (recuerden mi problema de timidez, aunque sea redundante) , cortó todo tipo de comunicación conmigo, muy cobardemente.
Cabe decir que durante todo ese tiempo, Luciano estuvo siempre presente, siempre acechando. ¡Dios, que si ese hombre no será persistente! Siempre me llamaba al celular, me buscaba, y como, para colmo, estaba en la misma universidad que yo, apelaba a toda clase de excusas para vernos ahí, para almorzar un día o algo. A pesar de lo mucho que intenté ser amable con él, y considerar sus sentimientos hacia mí, terminó por acabar con mi paciencia, así que traté de evitarlo de toda forma grosera que pude. De tal forma, aunque siguió fregando durante por lo menos 1 año más, su acoso disminuyó gradualmente hasta que dejamos de vernos las caras, ya sea porque él dejó un semestre en la u, o ya sea porque yo perdí uno de los tantos celulares que he tenido en mi corta vida, y quedamos incomunicados uno con el otro (supongo que para suerte mía).
Acabo toda esta palabrería extensa explicándoles el motivo del porqué escribo todo esto. Y es que esta semana, estos dos recuerdos (más uno que, recalco, prometo contar en mi próxima entrega) han vuelto del Más Allá, casi simultáneamente, lo cuál me resulta rarísimo.
De tal forma pues, el lunes que pasó, me encontré con Luciano mientras salía del campus de la PUCP. Casi pego un alarido cuando, casi cogiéndome de la cintura, se acercó a mí para darme un beso en la mejilla en son de saludo, beso que yo recibí un poco aturdida y asustada. Me estremece decir que él no ha cambiado nada, y que al parecer, sigue estando dispuesto a darle una que otra intentada a hacer planes conmigo. Mas no. No pensaré ególatramente. Supongo que solamente quiere ser mi amigo y nada más. Y yo pienso intentar ser su amiga.
Y hoy...hoy en el hogar de Kisa (quién es mi cómplice eterna y escribe también en este blog), mientras tonteabamos en internet, encontramos uno de esos tantos blogs de imágenes, con fotos de la prom de R (bendito sea el que inventó esas huevadas como el hi5, flickr, fotolog, etc etc!!!). Asediadas por la curiosidad, yo y Kisa no dudamos en darle click al link y nos encontramos con varios archivos de fotografías en formato digital, minuciosamente rotuladas, y en las cuáles aparece repetidamente mi primer
heartbreaker. Debo admitir que me dio un poco de nostalgia, y que en este momento, avanzada la madrugada, mientras escribo estas líneas, no puedo evitar preguntarme qué será de él ahora. No es que ya sienta nada por "R". Los recuerdos de esos sentimientos tan dolorosos que experimenté por su culpa me traen todavía una sensación de decepción y de resentimiento. Pero también en cierta forma, me hacen sonreír por ratos, y no puedo evitarlo, pues, a pesar de todo lo malo, nunca podré olvidar lo que pasé ese año, mientras esperaba un final feliz (que nunca llegó) con aquel, mi primer amor frustrado, y, claro está, mientras escapaba de mi primer acosador(Luciano), que debió sentirse tan frustrado conmigo, como yo con el asunto de "R".
Sesión inconclusa: Quédense atentos a la segunda entrega.Receta del día: Escuchar la canción Everything You Want, de Vertical Horizon. No es una buena dosis de antidepresivos, pero la canción es hermosa. Recuerdo haberla escuchado sin parar aquella tarde tristísima en la que pretendía dolor de cabeza para que mi madre no supiera que lloraba por penas del corazón. Sin duda no los hará sonreír, como ahora me hace sonreír a mí, pero seguramente, más de uno se puede identificar con lo que dice. Y eso, a veces, suele ser muy reconfortante.
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